Cómo se fabrica el acero inoxidable
Este valioso recurso es utilizado en la industria actual gracias a sus múltiples beneficios y aplicaciones. Conoce el proceso detrás que logra un mejor aprovechamiento del mismo.
Existen varios componentes que facilitan la metodología de producción:
Sabemos que el acero se compone básicamente de hierro y carbono, pero cuando hablamos específicamente de acero inoxidable, existen otros elementos que son necesarios para dar como resultado la resistencia a la corrosión deseada.
Para crear diversas aleaciones se usan materias primas como níquel, cromo, molibdeno, manganeso, silicio, carbono, entre otros, generando que este recurso obtenga distintas propiedades para cumplir con propósitos. El aumento de resistencia al óxido o las manipulaciones mecánicas como la dureza, el punto de fusión o la elasticidad, son sucesos ocasionados por añadir los materiales ya mencionados, generando diferentes grados de acero inoxidable.
Cuando hablamos de su proceso de fabricación, se involucran muchos métodos para lograr la consistencia adecuada. A grandes rasgos, la metodología consiste en 7 etapas para su formación.
En un horno se colocan todos los recursos y se calientan hasta el punto de fusión, esto puede ser por un periodo de tiempo largo, de 8 a 12 horas.
Después el resultado fundido se coloca en un sistema de descarburación de oxígeno al vacío (VOD) o descarburación de oxígeno con argón (AOD) para eliminar el exceso de carbono. Luego, dependiendo de cuánto carbono se elimine, es que pueden generarse diferentes variantes, las cuales podrían ser bajas o altas en este recurso, de forma que puede afectar o favorecer (según sea la cantidad) la resistencia y dureza.
Si se desea elevar la calidad del producto, se puede optar por agitarlo para facilitar la distribución o la eliminación de componentes dentro de la mezcla, garantizando que se mantenga uniforme y pueda cumplir con los requisitos para la función creada.
La temperatura es un factor clave para el resultado del producto, pues en un principio para el moldeado se utiliza el laminado caliente, mientras que el acero aún está por encima de su temperatura de cristalización. Esto ayuda a que obtenga una forma rugosa y generalmente es usado para crear palanquillas o cúpulas de metal, se reduce el espesor o diámetro aprovechando la mayor ductilidad del material.
De hecho, el laminado en caliente se usa a nivel estructural, como edificios metálicos, llantas, raíles de vías de tren, bastidores y otras partes de vehículos pesados, estructuras de construcción y demás.
Por otro lado, el laminado en frío ayuda a que el producto tenga una dimensión más precisa, esto se obtiene cuando se trata del espesor o diámetro final. Los productos laminados en frío se usan en artes de maquinaria (pernos, piñones, engranajes…), electrodomésticos, muebles de metal, sillas, archivadores.
Este metal se puede calentar y enfriar en condiciones controladas para aliviar las tensiones internas y alterar las propiedades mecánicas, no obstante, si llega al punto de estar recocido, quizá sea necesario descalcificar para que la resistencia al óxido no se afecte.
Ahora el producto debe ser recortado para llegar al resultado esperado y que pueda ser aplicado con un propósito específico. El procedimiento es distinto dependiendo del tamaño y el acabado.
El último proceso de fabricación puede requerir acabados superficiales, ya sea en pulir la superficie para eliminar impurezas, aplicar un diseño específico, etc.
Si bien, estos pasos son a nivel general, estos pueden modificarse conforme varíe el grado del acero inoxidable. Afortunadamente, es un material muy versátil y puede ser reciclado y reutilizado sin que pierda sus propiedades, generando mayor ventaja que otros.
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